Porque nuestra academia nace como una respuesta a la visión hegemónica del sistema de poder llamada postmodernidad, que ha vaciado al arte de su sentido trascedente para el ser humano.

 

Hoy se lo reduce a un acto de vanidad individual, disfrazado de libertad, pero completamente desligado de los principios de ética, estética y la lógica, sin los cuales no hay cultura, sino violencia y utilitarismo.

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Esto no solo ha degradado el arte: ha contribuido directamente a la decadencia cultural, la corrupción de la personalidad, y la desorientación especialmente de los jóvenes.

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Tampoco creemos que los algoritmos digitales sean creadores de arte: el arte sin alma no da sentido de vida. Para dar sentido a la vida, hay que estar vivo.

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Nuestra propuesta se apoya en los principios del Renacimiento de la cultura clásica socrática, donde el arte y el pensamiento son herramientas de crecimiento interior y formación humana.

 

Usamos las tecnologías actuales como lo hicieron los sabios de cada época: como medios, no como fines. Para facilitar el acceso a conocimientos que eleven, que integren, que recuerden al ser humano su origen y su propósito.

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No promovemos el consumo cultural. Promovemos la cultura como una forma de vida y de superación de uno mismo, como persona, con la mirada siempre puesta hacia cielo el infinito y hacia el interior.